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7.532 refugiados españoles fueron internados en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen. 4435 murieron allí.
El equipo coordinado por el profesor titular del departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la UCM Gutmaro Gómez Bravo afirma que “El itinerario del resto, hasta completar los más de 10.000 republicanos que fueron deportados desde Francia a lugares como Buchenwald o Auschwitz, sigue siendo todavía incierto, como lo es también la cifra de aquellos que fueron a trabajar en una modalidad completamente distinta dentro de los grupos de trabajadores que enviaba España al III Reich, fruto de los acuerdos de cooperación mutua”, recuerdan los investigadores.”
A continuación, pego parte de un artículo sobre una exposición de las fotografías de Francesc Boix, más conocido como “El fotógrafo de Mauthausen”. El evento, organizado por el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, y que tuvo lugar en mayo de 2019, llevaba por título: “Primeros disparos de Francesc Boix”
“A principios de 1938, un joven barcelonés de 17 años se adentra en las filas del bando republicano. Dispara a todo lo que ve, -aunque con cierta contención-, porque el material que utiliza es caro y difícil de conseguir en medio de una guerra. No lleva un fusil, sino una cámara fotográfica Leica.
Con 19 años y una guerra perdida, con los ideales derrotados, pero no vencidos, Francesc Boix se dirige hacia Francia, para acabar enrolado, en la Segunda Guerra Mundial, en la 28ª compañía de trabajadores extranjeros. Capturado por los nazis, el 27 de enero de 1941, junto a otros 7.000 republicanos españoles, es trasladado al terrible campo de concentración de Mauthausen. Murieron el 67% de los prisioneros que lo acompañaron. Por su experiencia en la fotografía, Boix fue adscrito al servicio de identificación del campo.
Allí aprovecha su “puesto de trabajo” para salvar fotos que hacen los SS del campo y que muestran cómo murieron miles de personas. Desde el laboratorio fotográfico, junto a otros compañeros, salvó de la destrucción muchos negativos que acreditaban el horror, entregándoselos a la austríaca Anna Pointner, que los escondió en un muro. Se salvaron unas 20.000 fotografías que se presentaron como prueba en los juicios de Nüremberg. El Spaniaker 5.185 (nombre despectivo de los nazis hacia los españoles y número de prisionero de Boix), fue el único español que testificó en ellos. Durante la posguerra, a pesar del exilio, Boix acaricia una cierta normalidad vital. Se establece en Francia y trabaja como foto-reportero en L’Humanité, Regards o Ce Soir, pero fallece prematuramente en París en 1951, a los 30 años de edad.”